![]() |
San Eloy en el retablo junto a él, el paso del Abuelo. Foto: Pasion y Gloria. |
Valladar en su columna titulada “Arte
Religioso” nos desglosa la historia de la construcción, deshaciéndose en
elogios en el promotor de la misma, el médico e higienista, D. Eloy Espejo
García (1848-1935)[3]. El redactor no escatima
en ensalzar el buen propósito social que Espejo realizaba con la inversión en
esta obra de arte en una sociedad que comenzaba a dejar de un lado estas
antiguas costumbres entre las altas élites y la iglesia, sobre todo en un
periodo donde ya era complicado que se enterrasen seglares en los templos.
D. Eloy Espejo, para su construcción
fundó un patronato con el título de “Patronato de la Capilla y Cripta de San
Eloy” (suponemos que por ser su santo, reutilizando la antigua imagen) con las
correspondientes licencias eclesiásticas. Nos narra como las obras comenzaron
en 1907 y concluyeron en agosto de 1909, bajo la dirección arquitectónica del
entonces ínclito arquitecto D. Justino Flórez Llamas acompañado de su hijo D.
Antonio Flórez Urdapilleta. No escatima (para gozo del investigador) en citar
los nombres del albañil, el cantero, el escultor y lapidario, los carpinteros,
los herreros y el pintor que trabajaron en la elogiada obra. Incluso cita como
autor del retablo a la Casa Bellido de Valencia (con obras documentadas en la
ciudad de La Carolina), aunque no llegamos a acertar si se refiere al altar que
está instalado en la pared del crucero o a uno más pequeño en la cripta.
![]() |
D. Eloy Espejo García (1848-1935) |
![]() |
La claraboya en la actualidad. |
Posteriormente hace una descripción
pormenorizada del interior de la cripta, de sus medidas, detalles artísticos,
los difuntos familiares del patrono ya enterrados, he incluso nos documenta la
hechura de la claraboya que permite entrar la luz solar a su interior. Toda la
obra fue bendecida el 24 de octubre de 1909
Para más detalles podemos leer la
misma noticia y la transcripción realizada a este propósito.
TRANSCRIPCIÓN:
“Arte religioso
El Patronato de la Capilla y
Cripta de San Eloy en la iglesia de la Merced
Cojo la pluma, impresionado
todavía por un sentimiento profundo, emocionante, mezcla de dulce tristeza y de
respetuosa admiración. He visitado recientemente una obra de arte, seria,
majestuosa y que se aparta del camino que por desgracia sigue la humanidad en
estos tiempos de insensatez, de locura y de deseos inaccesibles de goces
materiales, y he experimentado honda pena al considerar, cómo el hombre en
general, olvidando su último destino, medita poco en la vida futura y no
preocupa como debiera de ese más allá eterno, a que no nos podemos sustraer.
Esta visita, que con gran satisfacción
he realizado, me ha hecho ver prácticamente que no todos abrigan en su alma
sentimientos tan pequeños y superficiales y que por el contrario, cuando se
gastan capitales y energías en levantar circos, plazas de toros y otros
centros, destinados a satisfacer tan solo caprichos venales o exigencias,
demasiado mundanas; cuando como en nuestra vecina Francia se está haciendo ese
despojo incalificable que se llama liquidación de los bienes de las órdenes religiosas, existen también personas piadosas en nuestra católica España y en
esta misma hidalga capital del Santo Reino, que animadas por un espíritu
eminentemente religioso, al mismo tiempo que por el bendito amor a la familia,
santos y puros móviles que impulsaban todos los actos de nuestros gloriosos y
felices antepasados, emplean iniciativas y riquezas en edificar una obra
religiosa, llena de grandeza y magnificencia, verdadero alarde de arte
cristiano, que constituye valiosa ofrenda al Dios de las alturas y es también
prueba tierna y respetuosa de purísimo amor filial.
Todo esto, y algo mas que mi
pluma no acierta a consignar, es la cripta construida en el amplio e histórico
templo de la Merced, a expensas de mi querido y respetable amigo D. Eloy Espejo
y García.
Vano empeño sería en mi hacer
una descripción completa y detallada de ese monumento severo y grandioso que
forman el altar levantado a San Eloy y el mausoleo donde se guardan ya los
restos queridísimos de los padres y hermanos del respetable y sabio médico señor Espejo; tarea es esta que ha sido realizada a pocos días con su
reconocida competencia por el culto Cronista de Jaén en los dos hermosos
artículos, que he leído y saboreado en nuestro estimado colega La Lealtad; pero
el natural deseo de que los lectores de EL PUEBLO CATÓLICO conozcan algo de la
nueva fundación que con el título de Patronato de la Capilla y Cripta de San
Eloy se ha instituido en la iglesia de la Merced, a virtud del Real Orden de 21
de septiembre, Decreto Episcopal de 5 de octubre y auto definitivo del Tribunal
Eclesiástico de 20 de noviembre de 1906, me decide a escribir algunas palabras
sobre una obra que todavía, y en verdad que es algo extraño, no ha sido
admirada por la mayor parte de los habitantes de Jaén.
Los trabajos para construir el
altar de S. Eloy y la cripta que bajo él existe, se empezaron en julio de 1907,
concluyendo en agosto de 1909, haciéndose bajo la dirección y con arreglo a los
planos levantados por el Arquitecto de esta Diócesis don Justino Flórez Llamas
y su hijo don Antonio Flórez Urdapilleta, pensionado en Roma por el Gobierno de
nuestra nación.
A la ejecución de las obras,
han contribuido con pericia y sus esfuerzos el maestro albañil don Francisco
Argote; el cantero don Manuel Barajas; el escultor y lapidario don Tomás Cobo;
los carpinteros don Antonio y Don Rafael Montuno, los herreros don Joaquín Mejías,
don Luis Delgado y don Luis Ureña y el pintor don Manuel Mosquera, todos los
que han demostrado cumplidamente sus especiales aptitudes para las artes que
con tanto provecho cultivan.
Hermoso golpe de vista
presenta el altar dedicado a San Eloy, obra que, separándose de la costumbre,
hoy en boga, de adornar templos y altares con un gusto modernista, que abusa de
los colores chillones, tiene la severidad que campea en nuestros antiguos
retablos y que tanto ayuda a la meditación y al recogimiento.
Nada hay en el nuevo altar,
trabajo excelente de los señores Bellido, de Valencia, que siga esta tendencia
que he apuntado; que -aun siendo, como es, bellísimo en el conjunto y en todos
sus detalles, no se desvía un punto de los preceptos de nuestro arte cristiano.
A la izquierda del altar y en
el pavimento del templo, abrese la entrada a la cripta por medio de una reja de
hierro, primorosamente calada. Una amplia escalera, cuya anchura es
próximamente de dos metros, permita la bajada al subterráneo, donde se llega,
no con el temor de abismarse en lo tétrico y misterioso del sepulcro, sino con
una especie de respetuosa y dulce melancolía, que nos hace pensar serenamente
en el forzoso tránsito de esta vida de azares y luchas a otra más reposada y
tranquila. La luz delicada y suave que despiden mariposas colocadas en pequeñas
hornacinas, que se han abierto en los muros de piedra, dejan ver lo bastante
para contemplar con verdadera admiración el hermoso trabajo de arte que allí se
ha realizado, merced a la unión que ha enlazado el talento del artista con la
piedad del hijo amante y católico ferviente.
Al concluir la escalera,
penetrase en una habitación de reducidas dimensiones destinada a capilla, donde
irá el altar dedicado a San Eloy, altar que será primoroso, a juzgar por el
proyecto que para su construcción se tiene, y en el que cuando se celebre la
santa misa, podrá ser oída por gran número de personas, puesto que ha de verse
desde la misma escalera.
Ya dentro de la cripta, lugar
que trae a nuestra imaginación el recuerdo de los más ricos y celebrados
panteones que la humanidad ha levantado, nos encontramos en un octógono cuya
anchura es de tres metros y medio y su elevación de cinco. En sus paredes
artísticamente labradas abunda el mármol negro de Jabalcuz y la piedra blanca del
Mercadillo. Tres tumbas abiertas en los lados que dan frente a la integra
capilla, son las destinadas a guardar los restos queridos de los seres que ya
separó la muerte del lado del fundador del Patronato, los de sus parientes que aún viven, y los de él mismo.
Reposan actualmente en la
mitad inferior de la tumba del centro, los padres del fundador, D. José Mª
Espejo y Ortega y doña María del Carmen García Moreno y sus hermanos D.
Anselmo, Dª Concepción, doña Carmen y D. Félix. Destinase la mitad superior a
sepulcro del fundador, y las otras dos para cuando fallezcan sus hermanos.
Una maravilla de severidad, no
reñida con el buen gusto, y la solidez más inquebrantable con los rasgos
característicos de esta construcción reveladora una vez más del talento de los
que la han realizado; sorprendiendo también que en aquel paraje, donde alguien
no creería encontrar más que sombras y oscuridad, pueda admirarse un rayo de
sol claro y consolador que penetra en la cripta, merced a una claraboya abierta
en el muro de la iglesia.
En 24 de octubre del año último fue bendecida la cripta por el Ilmo. Sr. Provisor de las Diócesis D.
Saturnino Sánchez de la Nieta, y sobre la tumba central hace colocado una lápida en la que se lee esta inscripción:
OSTENDE NOBIS
DOMINE MISERICORDIAM TUAM
En varias cartelas, que forman
los lienzos de pared, léense también otras inscripciones que recuerdan las
fechas de la construcción, la Bula Pontificia y otros datos interesantes, y además,
sobre la puerta de entrada, hay otra cartela de bronce labrado, dispuesta para
guardar todos los documentos que han de constituir la historia de la fundación.
Tal es la obra, que cautivó
grandemente mi atención, causándome la impresión de que hablaba al principio de
estos desaliñados renglones. Sentí, sí, dulce tristeza al pensar en la paz y la
soledad eterna de la muerte, y respetuosa admiración hacia la persona
caritativa y católica que al dedicar un piadoso homenaje a Dios y un sentido
recuerdo a los que le dieron el ser, piensa también en su vida futura, emplea
además el fruto de sus afanes en proporcionar trabajo a cientos de artistas u
obreros, e invierte otras cuantiosas sumas en mejorar las condiciones del lugar
santo en que ha depositado los helados restos de los seres para él más queridos
y donde algún día ha de ir a reunirse con ellos para dormir el sueño eterno.
Bien merece ser conocida por
todos los giennenses la magna empresa realizada por el Sr. D. Eloy Espejo y
García, y bien merece el prestigioso ex-Decano de la Beneficencia Municipal la
gratitud entusiasta de sus nobles paisanos.
José Valladar Serrano.
Jaén - Marzo -1910”
[1] Dirige
El Pueblo Católico el 31 de diciembre de 1909 -cuando comienza a publicarse
diariamente- José Valladar Serrano, maestro, vicepresidente de la Real Sociedad
Económica de Amigos del País, que estaba al frente del periódico desde
noviembre de 1907, al que sucederá Clemente Santamarina Muñoz, licenciado en
Filosofía y Letras y funcionario de Tabacos, quien dirigirá el vespertino
durante una década. Antes lo ha dirigido, en el periodo 1905-1907, Fernando
Fernández Morales, a quien sucede Valladar. CHECA GODOY, Antonio (2013): Historia
de la Prensa en Jaén 1808-2012. Asociación de la Prensa de Jaén. pp. 126.
[2]
CASADO TENDERO, Antonio (2018): “Apuntes acerca de la Congregación de San Eloy de
Jaén”. Pasión y Gloria. Agrupación de cofradías de Jaén, nº 36, pp. 28-35.
[3] Le
debemos a él la idea original del Parque de la Concordia, antes llamado Parque
de la Victoria, pero no se construyó hasta veinte años más tarde en el Plan de
Ensanche de Luis Berges Martínez. En https://www.facebook.com/logiaandresdevandelvira/photos/sab%C3%ADas-qu%C3%A9-eloy-espejo-y-garc%C3%ADa-1848-1935-de-nombre-simb%C3%B3lico-servet-fue-miembro/2212622865438530/