Buscar este blog

lunes, 2 de noviembre de 2020

BREVE HISTORIA DEL CEMENTERIO PARROQUIAL DE BAILÉN

 


 

     En estos días de la festividad de Todos los Santos y los Difuntos, la tradición nos sigue llevando a la inmemorial costumbre de visitar a nuestros difuntos en los cementerios. Una visita que hoy se nos hace normal a esos lugares construidos normalmente a las afueras de las localidades, pero que en otros tiempos no fue así. De hecho, a la gente se la enterraba en el mismo centro del pueblo ya que se hacía bajo el suelo sagrado de los templos, que solían ser el epicentro desde donde surgía el callejero de la población. Seguramente, en la noche de los tiempos, el lugar concurrido en estos días era el atrio norte de la iglesia, de ahí que se le llamase “Plazuela de las Ánimas”. La historia de los enterramientos en Bailén bajo el suelo de la iglesia de la Encarnación o en sus ermitas es una de las cuentas pendientes que tiene la historiografía local. La historia del cementerio antiguo (el nuevo en el siglo XIX) del viejo camino de Jabalquinto, junto a la que acabó cumpliendo las funciones como su ermita, La Soledad, también lo es. Pero en este caso me refiero a un gran estudio, porque ya hemos realizado un primer gran acercamiento a este asunto. 

     Juan José Villar Lijarcio y el que suscribe (Juan Pedro Lendínez padilla) ya publicamos en el último número de Locvber (III)[1] un pequeño pero importante resumen de la historia de nuestro viejo camposanto que lo incluimos en el estudio histórico sobre la ermita de La Soledad (aquí pueden leerlo). Muchos lo pensarán y nosotros no somos menos, que nuestros artículos, son en verdad auténticos “mini libros” donde contamos muchas cosas. Eso puede ser bueno y malo a la vez, porque a veces puede provocar que el lector se canse o obvie la importancia de todas estas microhistorias. Puede hacer que a quien no le interese la historia de una ermita se pierda datos que hablan de otras cosas pero que van unidos de la mano. Por eso, antes de que se nos vaya los días en que los cementerios son protagonistas en el acervo popular del español, les dejaré en este blog aquel novedoso y aún incompleto historial del antiguo cementerio parroquial “extramuros” de Bailén extraído del artículo. Además, les dejo alguna misiva de las que nos valimos para documentar esta historia sacada del Archivo Diocesano de Jaén. 

Historia del Cementerio de Bailén 

     El primer cementerio de la villa de Bailén estuvo situado en el interior del castillo, junto a la “iglesia del señor San Andrés”, primitiva parroquia medieval que en el año 1504 ya se había trasladado a la nueva “iglesia mayor de Santa María de la Encarnación”. Durante la Edad Moderna el gran panteón y osario de la parroquia estuvo situado bajo el atrio que los bailenenses del siglo XVIII denominaban “plaza de las Ánimas” o “hiruelo de San Antonio”; es decir, en las populares “catacumbas”, conocidas galerías semi-subterráneas que, a modo de criptopórtico, sustentan toda la mole catedralicia de la Encarnación. 

     Realmente todo el templo de la Encarnación es en sí mismo un grandísimo panteón. Sin duda alguna cuando deambulamos por sus naves estamos pisando, sin saberlo, encajonados de sepulturas y nichos comunitarios, tanto de eclesiásticos como de legos pertenecientes a familias pudientes; sucesivos enterramientos acumulados en su subsuelo a lo largo de los siglos, ahora ya totalmente olvidados. Pero la costumbre de enterrar a los muertos en suelo sagrado, en el interior de las iglesias o en criptas inmediatas, se extendió a cualquier otra capilla o ermita de la localidad. Tanto es así que bajo el suelo de todas las ermitas de Bailén se han encontrado (y se seguirán encontrando si se excava) sepulcros y sepulturas de todo tipo.

    Cuando a finales del siglo XVIII (1787) los gobiernos ilustrados, por motivos de salud pública, ordenaron la construcción de cementerios extramuros en todas las villas y ciudades del país la resistencia fue tan general que su total cumplimiento tardó decenios, pues arrancaba a la Iglesia una fuente importante de ingresos y agredía una tradición milenaria, la de enterrar a los difuntos en sagrado[2]. 

     Estas disposiciones ilustradas restringieron el derecho de inhumación en los templos a eclesiásticos y patronos, pero ordenando la improrrogable construcción de cementerios fueras de las poblaciones, en sitios bien ventilados y distantes de las casas de los vecinos, recomendando que se aprovecharan para capilla de los mismos “las Hermitas que existan fuera de los Pueblos”[3]. 

    Unos apuntes de la secretaría del Ayuntamiento de Bailén recuerdan dos acuerdos municipales relativos al origen del nuevo cementerio parroquial en el corralón de la ermita de la Soledad en plena Guerra de Independencia:

 

El 6 de mayo de 1809 acordó el Ayuntamiento invitar al Sr. Cura Párroco para habilitar como lugar de enterramientos el corralón de la ermita de Ntra. Sra. de la Soledad por causa de epidemia. En 21 de diciembre de 1813 el Ayuntamiento acordó suspender los enterramientos en el Panteón inmediato a la Iglesia Parroquial.”[4]

     Pero a pesar de estos acuerdos municipales en Bailén habrá que esperar hasta el año 1817, cuando las autoridades locales se vieron en la obligación de confinar en la ermita de la Soledad a una sección de tropa infectada de tifus que pasaba por la villa. Los primeros fallecidos de aquel patético lazareto fueron enterrados junto a los muros de la ermita, ocupando lo que antaño fue corral trasero de la ermita, en lo que serían las primeras tumbas del nuevo cementerio parroquial, trasladado ya definitivamente a partir de 1833, “extramuros de la villa”, coincidiendo con la gran epidemia de cólera de 1833-1835.[5] En casi toda España la apertura de los primeros cementerios extramuros coincidió con aquella terrorífica pandemia de cólera asiático. 

     No obstante, todavía en 1828 es posible documentar peticiones de enterramiento “en el panteón que hay en la iglesia de la dicha villa de Bailén”. Incluso en julio de 1834 (durante el verano más duro de la pandemia de cólera) encontramos peticiones de importantes vecinos solicitando que su cadáver sea sepultado en la capilla de Jesús Nazareno, en el centro mismo de la población.[6] 

    Durante ese trágico año de 1834, a consecuencia de la terrible epidemia de cólera morbo, “se trasladó el cementerio que estaba contiguo a la parroquia […] junto a la hermita de la Soledad, extramuros de la población, para lo cual se señaló terreno y se cercó un poco interinamente, hasta tomar otras medidas”. Esta primera cerca ya consta finalizada en 1837, pero en 1844 la iglesia de la Encarnación seguía reclamando seis mil reales que la parroquia de San Pedro de Alcaudete adeudaba a la fábrica de Bailén, importante cantidad que el Obispado ya había dispuesto debía destinarse a “remediar” la inseguridad o poco resguardo que ofrecía la modesta tapia y puerta del nuevo camposanto de la Soledad.[7] 

     La apertura del nuevo cementerio parroquial de Bailén (1833-1837) es un hecho clave en la historia de la ermita de la Soledad, pues gracias a esta nueva realidad el inmueble no fue expuesto a subasta pública durante la conocida “desamortización de Espartero”: ley de 2 de septiembre de 1841 sobre enajenación de los bienes del clero secular. Efectivamente, la ermita de la Soledad nunca fue enajenada ni secularizada durante esta desamortización parroquial de 1841-1844: sobrevivió como inmueble de uso religioso a disposición de la parroquia por el simple hecho de haber podido justificarse su excepción como “capilla del cementerio” y, por tanto, como inmueble destinado a un servicio público o de utilidad pública, según las excepciones contempladas en el artículo 6 de la citada ley. 

    En sucesivos informes sobre arreglo parroquial la ermita de la Soledad siempre se presenta como “ermita del cementerio donde se celebran con frecuencia el Santo Sacrificio de la Misa y otras prácticas de Religión” (1855), o como ermita habilitada para el culto “en el cementerio público” de la localidad (1867).[8] 

    Posteriormente, en una carta dirigida al obispo de Jaén el 9 de agosto de 1875 el párroco don Antonio Begué solicitó autorización para la bendición de unas nuevas campanas para la torre de la Encarnación, informando además “que en breve quedará terminada la ampliación del cementerio en unas 3.200 varas cuadradas, más del doble del cementerio de hoy”. Esta primera gran ampliación o “nuevo” cementerio parroquial de 1875 incluyó una pequeña cerca y puerta separada para los enterramientos civiles. Esta ampliación fue completada con otra nueva construcción autorizada en 1884, debido al importante aumento de la población y las presiones del Ayuntamiento, aunque en 1889 todavía no se había concluido esta tercera cerca. Otra ampliación de terrenos con importantes obras de mejoras se verificó en 1930, bajo el mandato del párroco don Maximino Torres Muñoz. Finalmente, durante los años del párroco don Francisco Cavallé Cobo (1956-1972) se adecentó y arregló el cementerio en su totalidad. Todavía hoy son fácilmente reconocibles, a simple vista, las áreas de las sucesivas fases de ampliación del cementerio parroquial de Bailén a lo largo de su historia.[9]








Transcripción:

Parroquial de la villa de Bailén.

A consecuencia de orden del Sr. Jefe Político de esta provincia, han sido vueltas a practicarse las diligencias sobre el cementerio que se hicieron en el año de 1834 por cuya causa, he sido citado por el Sr. Alcalde 2º constitucional para asistir a la subasta, y para que se entregasen por el mayordomo de esta fábrica 517 reales y medio importe del terreno tasado, para dicho efecto; yo que carecía de este acontecimiento, dije no podía dar un paso sin conocimiento de vuestra señoría Ilustrísima [el obispo] y que se me manifestaran, había convenido mi anterior con anuencia del prelado en todas las diligencias y que no habiendo tenido efecto el adeudo que tenía la fábrica de San Pedro de Alcaudete en favor de esta [parroquia de Bailén] con que se contaba para dicha obra, se paralizó esta por la expresada causa; pero que según orden y oficio del Sr. Jefe Político tiene cobrados de aquella las dos terceras partes de la deuda y que con lo que había de existencias en esta según cuentas del fabricano en aquel año; podía darse principio; el fabricano dice no tiene en la actualidad aquella existencia pues que se ha gastado pero no ha tenido dificultades en dar los 517  reales y medio para pago del terreno que disfrutaba en la actualidad pues que en él se estaba enterrando interinamente, y percibiendo los intereses, diciendo que lo hace de una haber con el solo objeto de la adquisición de propiedad para la fábrica, y de que se reintegrará de los primeros fondos que existan; por lo cual he sido presente en todo y firmada la diligencia de última subasta, sin prejuicio de lo que vuestra señoría Ilma. disponga para lo que lo pongo todo en su conocimiento y se enteren de este asunto.

Dios que a vuestra señoría Ilma. guarde muchos años.

Bailén y junio 22 de 1837.

Bachiller Juan Ildefonso Herrera [rúbrica]

SS. Gobernadores del obispado sede vacante de Jaén”.

 



[1] Lendínez Padilla, J. P. y Villar Lijarcio, J. J. (2019): «La ermita de la Soledad: historia del monumento más antiguo de Bailén». Locvber v. III, pp. 51-94.

[2]Brel Chacón (1999): La construcción de cementerios y la Salud Pública a lo largo del siglo XIX. Stvdia Zamorensia, vol. 5: 155-195. 

[3] Santonja Carmona, J. L. (1998): La construcción de cementerios extramuros: un aspecto de la lucha contra la mortalidad en el Antiguo Régimen. Revista de Historia Moderna, nº 17: 33-44. 

[4] Archivo Histórico Provincial de Jaén (AHPJ), Protocolos Notariales (Linares), signatura 15664, testamento de 30 de agosto de 1828 y AHPJ, Protocolos Notariales (Bailén), signatura 6121, testamento de 25 de julio 1834. En este último testamento de 1834 el presbítero don Bartolomé Antonio Soriano pide “que su cadáver sea sepultado (si atendiendo al estado de sacerdote en que estoy constituido fuese posible) en la capilla de Jesús Nazareno de la ermita de Nuestra Señora de Consolación junto a la lápida que dice Sr. Alonso de Paradas.”

[5] Morillas Aguilar, P. (1958): Camposantos de Bailén. Programa de Fiestas Conmemorativas Aniversario de la Batalla de Bailén: s.p. 

[6] AHPJ, Protocolos Notariales (Linares), signatura 15664, testamento de 30 de agosto de 1828 y AHPJ, Protocolos Notariales (Bailén), signatura 6121, testamento de 25 de julio 1834. 

[7] Archivo Histórico Diocesano de Jaén (AHDJ), C. O., caja 30 (Parroquia de Bailén, 1812-1866). 

[8] Ibidem. La reiteración o renovación de las disposiciones estatales sobre cementerios coinciden con las epidemias más graves (1833, 1855, 1865). De hecho, la construcción extramuros se aceleró en muchas ciudades por la presencia constante de estas enfermedades durante el segundo tercio del siglo XIX. Además, para prevenir las epidemias, las medidas sobre construcción y uso de cementerios se completaron con otras disposiciones que prohibían las honras de cuerpo presente en el interior de las iglesias. 

[9] Lendínez Padilla, J. P. y Villar Lijarcio, J. J. (2018): «Iconoclastia religiosa en Bailén: la destrucción del patrimonio artístico durante la Guerra Civil». Locvber, vol. 2: pp. 73-116.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario