Buscar este blog

lunes, 5 de julio de 2021

PABLO DE OLAVIDE Y BAILÉN



 

Tal día como hoy, pero del año 1767 quedó aprobado el Fuero de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena en tiempos de Carlos III. Gracias a esto, nacieron pueblos como La Carolina, Santa Elena, Carboneros, Guarromán (me gustaba más Guadarromán) o el Rumblar (entre otros), convirtiendo nuestro Santuario de Zocueca en su parroquia. Aquella empresa fue encomendada a D. Pablo de Olavide y Jauregui que fue el superintendente. De él nos contó el que fuese cronista oficial de Aldeaquemada, Carlos Sánchez-Batalla Martínez, que aquella empresa comenzó a forjarse en Bailén gracias a una serie de misivas escritas durante su estancia en esta villa, donde paró en su viaje hacia Sevilla donde iba a tomar posesión de su cargo como Asistente de la capital hispalense. El 18 de agosto de 1767 decidió comenzar la empresa en el convento de La Peñuela, un edificio religioso que se encontraba en despoblado donde hoy se levanta la ciudad de La Carolina. Estuvo en Bailén tres días donde envió 10 cartas que testimonian que en esta ciudad se comenzó a hacer realidad aquella ambiciosa colonización.

Tras una intensa vida azarosa, Pablo de Olavide pasará sus últimos días en Baeza de donde era su esposa Dª. Isabel de los Ríos, con la que no tuvo hijos. Pero allí vivieron los herederos de su patrimonio: Dª Tomasa de Arellano y Olavide, esposa del marqués de San Miguel de la Vega, D. Pedro Tomás de Acuña. Tomasa de Arellano dejó como universales herederos a sus sobrinos José María de Arellano y Eraso y Dª. María Romana de Arroquia y Olavide, que se casarían en 1806. Una de las hijas de este matrimonio fue Dª Teresa Arellano Arroquia que se casó con un importante terrateniente de Bailén, D. Pedro Soriano Marañón. Del matrimonio nació Bartolomé y Mariana Soriano Arellano, importantes propietarios de Bailén hasta comienzos del siglo XX donde ambos mueren sin descendencia directa.

Aunque hemos publicado que ambos fueron los últimos del linaje heredero del legado de Olavide, es algo que no podemos certificar porque en los testamentos de ambos hermanos se citan primos por parte de madre aun vivos en Rus, que habría que investigar, pero ese no es nuestro cometido.



Es curioso, que Bartolomé Soriano Arellano donó poco tiempo antes de quitarse la vida en 1907 al ayuntamiento de La Carolina importantes bienes heredados de sus ancestros pertenecientes a Olavide. Le dejó a la antigua capital de las Nuevas Poblaciones documentación de gran importancia y sobre todo el retrato más famoso que existe del superintendente, el que se tuvo que traer su madre Teresa Arellano a Bailén tras casarse con Pedro Soriano y que se custodió en su gran casona de la calle Real, el actual colegio Sagrado Corazón, timbrando aún su fachada el hidalgo escudo de los Soriano Aguilar.

Aunque he consultado multitud de documentos sobre la familia en Bailén, nunca había encontrado una referencia al legado de Olavide. Con todo esto, en conmemoración de esta fecha, tan solo quería aportar el hasta ahora único dato que me he encontrado de la pertenencia del cuadro a los antepasados de Bartolomé Soriano Arellano, como es la escritura e inventario de los bienes quedados a la muerte de su abuelo José Arellano otorgado en Baeza el 2 de mayo de 1860. En los primeros registros aportan sus bienes decorativos como eran sus cuadros, religiosos y familiares donde se destaca con el numero 7 “un retrato de D. Pablo en ciento veinte reales. 120”. Gracias a este documento también sabemos que existió un cuadro de Isabel de los Ríos, su mujer, del que desconocemos su paradero y si se conserva en la actualidad. Con el numero 10 figura en el inventario: “otro id. de la esposa de Olavide en treinta reales. 30”. Además, dejaba a sus herederos un cuadro del marqués de San Miguel, otro de D. Pablo Urbina y otro que cita como “de la madre de Urbina”, también señalan otro del presbítero francés que acompañó a Olavide; Antonie Reinard.




No hay comentarios:

Publicar un comentario