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jueves, 11 de marzo de 2021

EL RELOJ DEL CAMPANARIO DE LA IGLESIA DE LA ENCARNACIÓN (SIGLO XIX)


 

En fechas bien recientes se ha documentado (incluso gráficamente) la existencia en el siglo XIX de un reloj público instalado en la torre campanario de la iglesia de la Encarnación de Bailén. No debería sorprendernos este hecho, ya que fue común en la antigüedad (y aún hoy muchas lo mantienen), la existencia de relojes en las torres más altas de las poblaciones para marcar las horas al vecindario, que bien se colocaban en antiguos castillos o en las de las iglesias. Hoy día, esta estampa la contemplamos en el actual edificio del Ayuntamiento de Bailén, hasta tal punto, que aunque la plaza ha sido rotulada con los nombres alusivos a los regímenes políticos de cada época, en el acervo popular de Bailén, la hoy Plaza de la Constitución, siempre es la “Plaza del Reloj”.

No pretendo hacer aquí un estudio exhaustivo de la historia del reloj, pero de la existencia de este aparato ya nos habló el que fuera Cronista Oficial de Bailén, D. Matías de Haro Comino en algunos de sus trabajos bibliográficos. A falta de cerciorar sus fuentes, nos valdremos en esta ocasión de su trabajo en la que ya cita la existencia de un reloj público en 1822, aunque si no me falla la memoria, en el XVIII ya hay indicios de la existencia de uno. El cronista nos cuenta que el reloj estaba colocado en la torre Mocha de la desaparecida Fortaleza-Castillo de Bailén. La costumbre de los cronistas, o más bien de la historiografía aficionada (incluso la académica) de su época de no citar las fuentes documentales, nos impide corroborar lo que nos contó en sus Relatos… (1996) pero creo que Matías se confundió a la hora de identificar donde se encontraba aquel reloj, o a que torre se referían los documentos que consultó. Los datos que iba encontrando le pudo hacer pensar que provenía del castillo, porque cuando se construye el primer reloj en el mismo lugar que hoy se encuentra el actual, el castillo de Bailén se estaba demoliendo poco a poco y re-urbanizándose esa manzana tan céntrica de Bailén que para entonces parecía un lugar cochambroso entre la ruina y la dejadez a vista de los ojos de aquel tiempo.

Como decía al principio, recientemente se ha aportado luz a la colocación de un primitivo reloj en la torre campanario de la Encarnación. El que suscribe se topó con un par de comunicaciones entre la parroquia de Bailén y el obispado en el Archivo Diocesano de Jaén fechadas en 1861 y 1862 donde el párroco informa de la rotura del “reloj público colocado en la torre de esta parroquia y perteneciente a la municipalidad” que le impedía el anuncio puntual de la celebración de los cultos de la iglesia. Como el ayuntamiento no disponía su arreglo, el sacerdote D. Antonio Herrera pedía permiso para poder comprar un reloj de pared para colocarlo en la sacristía y subsanar los inconvenientes que le causaba la inutilidad de ese misterioso reloj en la torre campanario. Además, solicitó permiso para hacer una limpieza o arreglo de la puerta mayor de la iglesia. 400 reales invertirían en el arreglo de la portada y 320 en la compra del reloj. Desde el obispado se le autoriza el 10 de junio de 1861 a invertir los 400 reales para “arreglar la fachada de la iglesia (no blanqueándola por ser de piedra) y 300 en comprar un reloj para la sacristía”.

Esta es la siguiente transcripción del documento:

Excelentísimo Ilustrísimo Señor.

Habiéndose inutilizado el reloj público colocado en la torre de esta parroquia y perteneciente a la municipalidad; la cual no adopta medio alguno para arreglarlo, cuya falta se expone  abiertamente a la puntualidad con que deben celebrarse los divinos oficios sin que pueda calcular con exactitud el tiempo en que se han de  decir las misas de punto; cumple a mi deber hacerlo presente a V.E.Y. para que preste en asentimiento y autorice la compra de un reloj de pared que deberá colocarse en esta sacristía y de este modo se llenaran todos los requisitos conducentes al buen régimen del culto; y como quiera que para la buena conservación del reloj deba formasele una caja con las competentes  seguridades debo decir a V.E.Y que su costo ascenderá a unos 320 reales.

También hago presente a V.E.Y la necesidad de mejorar la puerta mayor de esta iglesia y la fachada puesto que el estado en que se encuentra después de afear este templo da margen a muchas críticas que en sin concepto deben cortarse y mucho más cuando el presupuesto formado para esta reparación no pasa de 400 reales, todo lo cual comunico a V.E.Y. para los efectos oportunos.

Bailén 4 de junio de 1861

Antonio Herrera [rúbrica]

Francisco de Mora [rúbrica]

***

Fábrica de la Parroquia de Bailén

Autorización para gastar 400 reales en arreglar la fachada de la iglesia (no blanqueándola por ser de piedra) y 300 en comprar un reloj para la sacristía.

Fechado en 10 de junio de 1861



Anecdóticamente aportamos una nueva comunicación referente al asunto anterior, donde se vuelve a dejar claro que el reloj estropeado estaba en el campanario. Don Antonio Herrera (seguramente el fabricano de la parroquia) vuelve a contactar con el obispado para informarle que para formar las cuentas del año necesitaba la licencia para incluir en ellas el costo que tuvo el reloj.

El 20 de febrero de 1862, informaba que, aunque habían recibido el permiso para comprar el reloj de pared, el vice-párroco se negaba a entregársela pensado que se le había perdido. Ante esta situación, vuelve a pedir una nueva autorización para poder incluir el gasto de los 300 reales en las cuentas del año anterior. En la misma carta se añade el duplicado de la autorización.

Esta es la misiva completa:

Excmo. e ilustrísimo señor obispo de esta diócesis.

En el año anterior de sesenta y uno [1861] concedió S.E.Y licencia para comprar un reloj y colocarlo en la sacristía de esta parroquia, en atención a estar parado lo más del tiempo el de la torre.

Verificose para la compra de dicho reloj y como la autorización de V.E. viniese dirigida al vice-párroco y este no se dignase entregármela; se la exigí al formar las cuentas de esta fábrica con el fin de datarme de los trescientos reales que el mencionado reloj tuvo de costo, y según me dice no sabe que se ha hecho de la repetida licencia lo cual induce a creer que ha sufrido algún extravío; en este caso suplico a V.E.Y se digne conceder nueva autorización para que pueda incluir esta partida al formar en su día las cuentas del año actual.

Dios guarde a V.E.Y muchos años.

Bailén 20 de febrero de 1862.

Antonio Herrera [rúbrica]

***

Por duplicado. Oficio al fabricano para que con instrucción del párroco gaste de la fábrica 300 reales en la compra del reloj de sacristía con fecha de octubre del año último.

El obispo [rúbrica]”







Posteriormente, en la búsqueda internauta en los distintos archivos digitales, siempre utilizando la palabra clave “Bailén” me encontré un sorprendente dibujo realizado por uno de aquellos románticos viajeros que venían a España buscando lo “exótico” en aquellas primeras incursiones turísticas tal como lo entendemos hoy día. Muchos de aquellos viajeros en realidad trataban de buscar en España una cierta estampa de atraso social y cultural que los transportara a tiempos pasados ya superados en sus distintas naciones. Incluso los embargaba tan extrema curiosidad, hasta el punto de querer vivir “excitantes” vivencias como el ser asaltados por la bandolería de las sierras andaluzas. Aquel dibujo lo había pintado un para mi desconocido pintor sueco llamado Egron Lundgren, y el dibujo o los dibujos (pintó algunos detalles más del pueblo a su paso) se encontraban en el archivo del Museo Nacional de Suecia[1].

Egron Lundgren

Este dibujo, para entonces también fue encontrado por Sebastián Lijarcio Medina que se detuvo en estudiar el paso de Lundgren por Bailén y mostrar al mundo los dibujos en Locvber I (2017)[2], al que le presté gustosamente el anterior documento (el segundo lo encontré después de la publicación) para poder cerciorar que el reloj existió en la torre y no se trataba de ningún invento del pintor. Lijarcio estrecha la fecha de ejecución del dibujo a 1850. 

Fotografía donde podemos observar la conservación del pretil pero sin el reloj.

La torre con el pretil dibujada por su cara posterior por Lundgren (1850)

En esa misma revista se pudo revalidar más aún la existencia del reloj por Juan José Villar Lijarcio, el que nos narró el diario de viaje el inspector general de minas D. Lorenzo Gómez Pardo que visitó Bailén, viniendo desde Linares el 6 de junio de 1839.

Gómez Pardo también hizo “turismo” en Bailén y se encargó de dejarnos para la posteridad un retrato documental del Bailén de aquel tiempo. Sin duda visitó la iglesia de la Encarnación, que si aún hoy sorprende, no menos sería entonces cuando en su interior se encontraba exornada por tantas joyas del arte que se destruyeron con el devenir de los tiempos, sobre todo en 1936.

En su relato de la fachada principal destacó que tenía “en el extremo oeste una torre octogonal no muy elevada, terminada por un cuerpo prismático cuadrangular y terminado por una pirámide de la misma forma, en cuyas aristas hay unos adornos o cuernos de piedra. A un costado de este campanario cuadrangular se ha puesto un pegote de ladrido en donde hay una campana; y además un armazón en que está el reloj y del que cuelgan las dos pesas de arenisca cilíndricas que van rozando la mampostería de la torre, en detrimento suyo y de la vista”.[3]

Esta es la referencia más antigua y segura (hasta la fecha) de que el reloj estuvo en la torre campanario y refrendada en las cartas parroquiales de 1861-62, además del dibujo de Lundgren en 1850. Como citaba Villar Lijarcio aún hoy día son visibles los surcos horadados en la “mampostería de la torre” por las dos grandes “pesas de arenisca cilíndricas” del péndulo de aquel reloj.

Observando el dibujo, podemos comprobar que ese “pegote” fue mayúsculo en la estética de la torre, donde además se le añadió una especie de pretil con una nueva campana, que sería la que marcaría las horas del reloj. No sabemos cuándo se desmontaría aquel reloj, pero el pretil estuvo presente en el campanario hasta la década 1960, que tengamos constancia.

Podemos observar las marcas horadadas por las bolas del péndulo

Según Matías de Haro, se tuvo que cambiar uno anterior en 1849 comprándose el nuevo a la Técnica Industrial de Madrid, siendo su propietario D. Víctor Sánchez Toledo. Pero este pronto presentó diversas averías fechadas en 1850 y 1855, cesando su actividad (según Haro Comino) en 1860.

Sobre este asunto hemos consultado en las actas capitulares del año 1861, y podemos comprobar que el ayuntamiento finalmente si emprendió el proyecto de enmendar los problemas que ocasionaba el reloj estropeado con la adquisición de otro nuevo y con la intención de colocarlo en el ayuntamiento porque ese debía de ser su correcto lugar donde instalarse.

Aunque el fabricano Antonio Herrera, comunicaba que el ayuntamiento no obraba en arreglar el problema, en el mes de junio de 1861, comprobamos que en sesión ordinaria celebrada el día 6 de julio de 1861, reunido el ayuntamiento constitucional siendo alcalde D. Cristóbal Márquez se tuvo presente el problema, exponiendo cuáles eran sus desperfectos y los inconvenientes que tenía el vecindario. Se propusieron comprar un nuevo reloj durante el siguiente año con un presupuesto de 20.000 reales, siendo una mitad para el reloj y la otra para las campanas y su colocación en la torre que debía construirse en el viejo edificio, que con esto comenzaba a configurar el aspecto actual, amén de diversas e importantes remodelaciones que llegarán con posteridad, sobre todo en los años 20 del siguiente siglo.

Esta es la transcripción del acta referida:

Teniendo presente el ayuntamiento que el reloj público de esta ciudad se haya hace muchos años en un estado tal de descomposición, que es imposible arreglarlo ni aun ponerlo en disposición de que pueda marchar por algún tiempo más de una manera regulativa, efecto de su antigüedad y de estar gastado su mecanismo, razón por la cual, el pueblo se encuentra casi siempre sin este elemento tan preciso para toda clase de trabajo, usos y necesidades de la vida, y no pudiendo el ayuntamiento consentir que continúe la población en semejante estado acuerda: que en el presupuesto de gastos municipales que ha de formarse para el año inmediato de mil ochocientos sesenta y dos se consigne en el capítulo de gastos voluntarios la cantidad de veinte mil reales para la adquisición de un reloj nuevo de torre, cuyo valor sea de diez mil reales destinándose los otros diez mil a la compra de campanas para las horas y cuartos, y para su colocación en la torre que se construya por cima de la fachada principal de esta casa consistorial en razón a que en una población de la importancia de esta ciudad, el reloj público que ha de servir de regla para toda clase de actos debe fijarse en el edificio de su municipalidad”.[4]  

Sobre lo que ocurriese en 1862 no lo podemos cerciorar porque a día de hoy no se conservan las actas capitulares referentes a ese año, por lo que nos seguiremos sirviendo del relato del Cronista Oficial. Según Matías de Haro se confirma lo que acabo de corroborar en las fuentes primarias; el ayuntamiento definitivamente tomó cartas en el asunto y decidido invertir 20.000 reales para comprar un nuevo reloj. Al parecer se compró a un fabricante de la localidad provinciana de Rus. Se decidió colocarlo en el edificio actual del ayuntamiento (que lo era entonces) donde se construyó una torreta para su colocación. Aquel nuevo reloj sería sustituido en 1914, siendo realizado por el taller de D. Lorenzo Redondo Bonilla en la ciudad de Cuenca por un precio de 3.200 ptas. El actual reloj eléctrico (para el año 1996, año que editó este trabajo Matías de Haro) se compró el 15 de octubre de 1982 a D. Santos Alonso Caballero, de la ciudad de Bilbao por 326.000 ptas.[5]